Declaración jurada de no poseer vivienda

Para dos mujeres venezolanas el camino para obtener una vivienda de parte del gobierno las reúne en una pequeña sala de espera en parque social Ucab

Marina Riverol se despierta a las 5:30 de la mañana. Prepara café en un viejo pocillo. Despierta a su hija de 18 años para que le dé de comer a su pequeña nieta de apenas 3 meses. Les da la bendición y sale de su casa. Ella vive en un anexo de un taller de radiadores en Santa Ana sector Antímano, en condición de inquilina. Lleva más de tres años ahí y el lugar además de ser pequeño no esta en condiciones para criar a una niña.

Toma el jeep de las 6:30 am que la llevará hasta la vuelta el Fraile y de ahí bajará caminando hasta la parada de camioneticas que la deja justo en la entrada de Parque Social en Montalbán. Un poco perdida al principio, no logra encontrar el servicio de clínica jurídica, pero al preguntarles a los vigilantes logra dar con el lugar correcto.

Al llegar ve a unas veinte personas que se encuentran tomando su turno, sentados en unas sillas aguamarinas. Al frente una recepción vacía, aún no son las ocho y no ha llegado la recepcionista. Sale a comprar un cachito porque sabe que el día será largo. Regresa a tomar asiento y se dispone a poner a prueba su paciencia una vez más.

Anteriormente ya ha tenido que esperar de manera semejante. En la jefatura fue necesario llevar cédulas de todos en la casa para sacarles carta de residencia. Un día entero para poder sacar el registro militar. A ella este requisito le parece absurdo “ni que me fuese a ir a la guerra, lo que quiero es una casa”. Todo esto forma parte de la carpeta que está armando para entregársela al consejo comunal de Antímano, quienes están realizando un censo para la misión vivienda Venezuela.

Este es un plan creado por el gobierno en el 2011 que  hasta los momentos ha entregado un estimado de 300 mil casas a personas que se encuentran viviendo en un refugio o en zonas de alto riesgo. Esta cifra esta bastante alejada de los 2 millones de casas que se prometieron para entonces.

Mientras se terminaba su cachito conversa con sus compañeros de espera. No es la única que está en esta carrera contra el tiempo para armar su carpeta y entrar en el grupo de pocos afortunados que conseguirán ser beneficiados con una vivienda.

Entre ellos también se encuentra Gloria Márquez, quien vive en el sector Las Torres, popularmente conocido como “el copito”, en Antímano. En su casa convive con sus 5 hijos y su esposo, este dejó de trabajar desde que una artritis severa lo dejó incapacitado.

Esta casa no es de ella sino de su suegra quien se las cedió años después de la vaguada de La Guaira en 1999. Desde entonces ha pasado por múltiples refugios y terminó en esa pequeña casita de bloques y zinc que a pesar de no ser suya les ha brindado mayor seguridad que cualquier refugio. “En esos lugares uno no tiene espacio para nada y menos privacidad”.

Ella también acude al servicio de Clínica Jurídica para solicitar una declaración jurada de no poseer vivienda. Documento que da fe de su situación y posteriormente será llevado a una notaría donde  deberá pagar 2 unidades tributarias por folio. Cuando llegue el momento verá como consigue ese dinero que no le esta sobrando precisamente.

Después de salir del servicio a las 11 de la mañana va de prisa a buscar al colegio a su hijo menor Daniel, quien esta en segundo grado. Toda la mañana esperando vale la pena cuando logra solicitar un documento por el cual un abogado privado le pediría 500 bolívares fácilmente.

Antes de irse me regala una sonrisa y me promete que nos veremos la semana que viene cuando venga a recoger su documento ya terminado. Cada día desde la recepción veo Marinas y Glorias que acuden a este centro con la paciencia y la esperanza necesaria para sobrellevar el camino que las llevará a su vivienda propia.